Un rodaje envenenado. La película más cruel de Hitchcock, que retrató su obsesión con una actriz inaccesible y resultó un amargo fracasoPor Paula Vázquez Prieto
Si hay una película que despertó polémica en la filmografía de Alfred Hitchcock, esa fue Marnie, la ladrona. Situada en la etapa crepuscular del director inglés ya consagrado en Hollywood desde hacía varios años, supone la exploración más descarada de la vena fetichista de su cine, que había encontrado una cumbre en Vértigo (1958), con James Stewart y Kim Novak, y también una gran expectativa, el posible regreso de Grace Kelly a la actuación. Ninguna de esas premoniciones se concretaron: Grace Kelly rechazó el papel después de mucha deliberación, debido a sus compromisos como princesa de Mónaco, y la película no logró asomar a la fama y el prestigio que consiguió Vértigo en los años posteriores, ubicada en la cima de las listas de mejores películas de todos los tiempos.